viernes, 10 de mayo de 2013

Mi Patria Amada



Ayer mientras recorría las calles que comúnmente acostumbro a transitar, observé a una Venezuela que ya no quiero mirar. Hay pobreza en la calle y no sólo es económicamente. Sin mentirles la calle estaba atiborrada de buhoneros con millones de cosas en venta y pensé si esto es el socialismo que tanto anhelaba el país. Me pregunté si esa igualdad entre todos los venezolanos significa que todos vamos a tener un puestecito en la calle para vender cosas y así poder sobrevivir. Por que seamos realistas el desempleo se incrementa y los trabajos son una monedita de oro, poco encontrada en la sociedad. Ojo: La buhonería no es un trabajo deshonroso, sino un trabajo que en mi país no debería existir para ningún venezolano, puesto que con tantos recursos todos podríamos soñar con un pedacito de felicidad.
En Venezuela debería existir empleo para todos los sectores y que el sustento del hogar siempre estuviese garantizado. En Venezuela los niños no deberían preocuparse por la política sino por la educación y por disfrutar en sitios públicos seguros y en buen funcionamiento, de una libre recreación y desarrollo. En Venezuela la gente no debería sentirse intimidada a que si traicionas al partido del gobierno, te botan de tú trabajo o te niegan el crédito para mejorar tu vivienda. En Venezuela todas las personas con una vivienda, deberían tener su titulo de Propiedad para sentirse seguros y poder decir que tienen un techo para sus hijos, para la vida plena. En Venezuela los jóvenes no tendrían que tener miedo de expresarse o colocarse una etiqueta partidista sin que en la calle te golpeen o amedrenten tu integridad. En Venezuela la gente no tendría que sentir miedo al quejarse de nada. En Venezuela nuestros mejores maestros sobre la historia y la evolución de nuestro pueblo, tendrían que ser los proyectos, progresos y mejorías de las calles, hospitales, avenidas, colegios y servicios públicos, no que unos “conocedores del pasado” nos quisieran mentir de que antes era peor que ahora. En Venezuela nuestros ancianos deberían tener todos los beneficios que sean necesarios para tener una vejez feliz, con seguridad y estabilidad como recompensa de todo el esfuerzo que hicieron por levantar esta patria hermosa. En Venezuela todos tendríamos que sentirnos orgullosos de nuestro himno nacional y criticar y mejorar las cosas que sabemos que no nos benefician o no aportan progreso para el futuro. En Venezuela no deberíamos vivir el día a día sino siempre con ideales futuristas y de crecimiento. En Venezuela No deberíamos tolerar la violencia, el odio, la delincuencia ni la guerra entre nosotros mismos.
En Venezuela hay espacio para todos y deberíamos salir a la calle y llenarnos de felicidad, de orgullo, de entusiasmo, al ver a nuestro pueblo trabajando y surgiendo poco a poco con muchas oportunidades. No nos conformemos con pequeñas gotas de progreso, seamos ambiciosos de forma positiva y anhelemos mejorar más y más para que con el sudor de nuestro trabajo, podamos regalarle a la Venezuela del mañana, un pasado que sin precedentes de odio ni de desigualdad, fortalezca el verdadero sentir de ser VENEZOLANOS y que haga que nuestro país no sólo sea admirado y respetado internacionalmente, sino que en muchos corazones logre ser amado, como lo fue antiguamente.

¿Qué es la democracia para ti?




La palabra Democracia llego a mis oídos desde que era una niña. Escuché como las personas defendían y admiraban a tan distinguida dama. Decían que desde muchísimos años ella había venido transformándose parar ofrecernos un país mas pleno, hermoso, libre y productivo. Ella quería regalarnos un país verdaderamente para todos. En ese momento me dije, que la Democracia tendría que tener un corazón inmenso para que todos los que habitamos en este país estuviésemos presentes en ella.
A través del tiempo fui dándole sentidos a esas palabras y fui entendiendo que aquella señora que muchos admiraban, yacía perdida. Caminé varias veces entre las calles preguntándome dónde podría haberse perdido. Pregunté como una joven al fin, si a la Democracia la observaban en la calle y muchos llegaron a decirme que tampoco la veían. Pero en mi corazón de niña sentí que tenía que encontrarla para que ella anotara entre sus líneas mi nombre y me regalara un país como el de los libros. Con el paso de los años estuve en diferentes manifestaciones, recorrí varios lugares y observé muchas caras. Leí infinidades de libros y noticias de último minuto sobre esta dama. Finalmente comparé mi Venezuela con otros países que no buscaban seguir a la Democracia y me di cuenta entonces, qué es lo que había sucedido realmente con ella.
La Democracia esta hoy presente en las calles, en la gente que aun sueña poder gritar libremente sus ideologías. Esta en los niños que piden a gritos un sitio digno para recrearse. La Democracia esta en mis compañeros de la Universidad, quienes piden y lucha por un presupuesto digno para los servicios de las instituciones educativas. Esta en los Venezolanos que necesitan un hogar y una buena educación para sus familias. La Democracia esta atrapada en las lágrimas de quien ha perdido a un familiar por la violencia y la delincuencia. La Democracia es prisionera de los jóvenes que se refugian en las drogas y no encuentran una mano amiga. La Democracia esta en cada uno de los Venezolanos que día a día se levantan con el canto del gallo y se acuestan al llegar la medianoche. La Democracia esta ahí, en nuestros derechos y deberes. Está ahí prisionera de las cadenas de quienes no creen en un país libre y digno para cada uno de nosotros. La Democracia no esta muerta, sólo esta extraviada entre los caminos de un país que necesita unión, corazón, fuerza y reconstrucción. La Democracia esta enferma pero no esta caída y a diferencia de cuando yo era niña, hoy la gente ya no la admira sino que la necesita. Hoy la gente la valora por que extraña sus abrazos de protección y progreso. Hoy los venezolanos debemos luchar por ese concepto de cadenas caídas, por que es esa libertad, quien será en todo momento nuestro escudo ante la discriminación de pensamientos y la violación de nuestro derecho, de tener un país verdaderamente productivo y para todos.
La Democracia sólo está esperando por el momento en que borremos las diferencias sociales y salgamos a luchar por ella. La Verdadera Democracia de mi país esta alerta esperando que cada hijo venezolano este dispuesto a respetar y mantener los parámetros legales y constitucionales que nos permitan disfrutar de un país estable económica, política, cultural y socialmente.
La Democracia de este país no puede morir mientras uno de nosotros ofrezca su corazón para refugiarla. Esta es mi democracia, la de un país unido por la voluntad de ser libres.
¡Venezuela, Democracia yo te doy mi corazón!

Disculpas

Pido Disculpas a todos mis lectores y amigos, que me han hecho menciòn al abandono total que he hecho sobre mi blog. Tengo escritos nuevos; no sè si tan fabulosos o no, como los anteriores, pero tambièn tengo la inmensa necesidad de volver a los escritos y a las palabras. Digamos que el tiempo se inmuto en mi cabeza y se fueron arrinconando muchas historias y cuentos. Pronto, prontisimo les prometo volver y recuperar sus emociones y gratitudes, 
Suya siempre: Azucena Hargitay!

Mi jardín, “un espacio para soñar, pensar, desconectarse del mundo”

Un silencioso espacio verde abrió sus brazos esa tarde y me permitió entrar a su mágica esencia. Me senté debajo de un frondoso árbol y sentí la inmensa necesidad de recostar mi cuerpo entre la grama que ahí estaba presente. Al principio me sentía nerviosa, incomoda y a la expectativa sobre el lugar que estaba visitando pero a medida que las hojas chocaban con el viento y que el cielo mostraba su hermoso azul, los nervios fueron desapareciendo y el sonido de pequeños pájaros llamaron mi entera atención.
No estaba ahí sentada por casualidad, esa mañana había sentido la necesidad de contemplar y respirar a la naturaleza. Esa mañana había encontrado un sitio donde podía refugiarme y esconder mis miedos. Estaba en un sitio enteramente nuevo para mí y sentía que tenía que encontrar un lugar donde pudiese explorar la serenidad. No era fácil estar en un sitio desconocido y sola, pero ese espacio verde me brindo la oportunidad.
En un momento mientras observaba,  me levanté y me senté de espaldas al grandioso árbol que me prestaba su sombra y ahora sus pies. Me recosté y pude contemplar todas las otras zonas verdes, tranquilas y armoniosas que ante mis ojos se desplegaban. Me sentía en medio de un bosque frondoso pero sin miedo de que algún animal me atacara.
Detallé cada cosa que tenía al frente y pensaba cómo este lugar podía existir al otro lado del ruido, al otro lado de la vida estresante y cotidiana. Supe entonces que este sitio era necesario para todos aquellos que a veces buscamos escapar y descansar.
Toqué con curiosidad el tronco del árbol y sentí entre mis dedos la verdadera naturaleza de la madera, no ese trozo de material elaborado que esta en cualquier oficina o lugar de trabajo, toqué en realidad la madera con hojas, con hongos, con vida dentro de ella y admire cómo ese trocito de bosque olía tan profundo. Confieso que lo olí muchas veces, como buscando que su perfume a humedad se pudiese acabar pero yo sabía que ese olor era propio y que todos los elementos presentes contribuían a ello. Hurgué entre el tronco varias veces y sentí que cada pedacito era mucho más especial.
Fue ahí cuando me pregunté si todos los arboles del mundo se sentirían igual. 
Volví a recostar mi cabeza contra la grama y el fango del sitio, confieso que el suelo no era totalmente verde, pero no me importo manchar mis ropas igual la tierra se veía seca.
Duré largo rato observando como las ramas de este árbol y otros arboles vecinos, dibujaban un espacio dentro del cielo. Era como si estuviesen creándole un marco al celeste océano que desde arriba se vislumbraba. Vi por muchas horas las ramas moverse, danzando de una manera especial por que seguían el ritmo de la brisa que al chocar con las hojas caídas y las hojas aun en sus ramas, me hacían sentir en un lugar tranquilo. No necesite música para imaginarme una melodía, no necesite entender sus pasos para observar que todo este movimiento y espectáculo coordinado, sucedía poco a poco mientras yo lo desvelaba ante mis propios ojos.
No sé cuanto tiempo pasé observándolos bailar, pero recuerdo que cuando abrí mis ojos había transcurrido mucho tiempo y las gotas de un cielo que antes era azul, ahora caían en mis mejillas y en mi ropa. Sentí como si el bosque iniciaba otro rito mágico y yo despertaba a tiempo para verlos bailar.
Mientras la lluvia iba inundando los arboles, las flores, los caminos y mi cabello, el ambiente se sentía diferente, pesado, tenso, frío. La brisa ya no soplaba cantándole melodías a las ramas sino que demandaba algo de fuerza y dominio. La tierra desprendía un nuevo olor que celebraba el refrescamiento de sus raíces y los patos que horas antes habían caminado entre la pequeña laguna, ahora corrían desesperados por encontrar un lugar de refugio, así como el lugar que yo necesitaba cuando encontré este jardín.
La naturaleza necesitaba refugiarse de un instante de lluvia, pero muy en el fondo buscaba recibir con serenidad el agua que desde el cielo, llenaría sus hojas y sus raíces de vitalidad. Fue entonces cuando decidí emprender mi camino de vuelta, sentándome por un instante en los bancos de cemento más cercanos y dejando mi mirada fijamente en el bosque que había descubierto, en el inmenso jardín que hacía del lugar adyacente un verdadero paraíso terrenal, donde el tiempo no era limitante, donde los sonidos eran únicos y agradables a mis oídos, donde los animales convivían sin alterar mi presencia, donde las plantas dejaban que yo las viera y no se sentían maltratadas, donde no reinaba lo humano y sólo reinaba la verdadera paz.
Pude ver un Arcoíris asomarse entre las altas ramas del sitio, justo cuando había decidió retirarme. No le temía a la lluvia, no le temía a la frialdad del agua pero sentía que podía enfermarme. Aun así, me detuve y pude contemplar un pedacito de arcoíris aunque confieso que fue difícil observarlo entre las gotas y el sol que se escondía. Sin embargo ese día con mis cortos 18 años, pude ver un paisaje totalmente diferente al que imagine encontrar en un valle tan cercano a la concurrida ciudad.
Son numerosos los elementos que componen este espacio, son grandes arboles, plantas, flores, grama, lagunas, patos, tumultos de tierra con vegetación, pequeños puentes, bancos, etc. Sin embargo los elementos mas representativos están en el silencio y la tranquilidad que todos ellos combinados me ofrecieron esa primera vez. Vale acotar que quede impregnada de todo eso y en algunas ocasiones voy y recorro ese bosque para recordar la primera vez y para volverme a sentir serena, sin preocupaciones, en paz. Y aunque este hermoso jardín o pequeño bosque, la mayoría del tiempo está solo, yo siempre que llegó cerca de él, lo observo detenidamente, lo recuerdo, lo siento invitarme a descansar en el. Hay momentos que miro con terrible envidia como algunas personas lo recorren sin prisa y sin preocupaciones, tal cual como yo lo hice esa primera vez.